Texto de Inmaculada Guarinos
La I Guerra Mundial tuvo consecuencias trágicas para toda Europa, sin embargo para el movimiento sufragista supuso un espaldarazo definitivo. Esto se debe a que por motivos de necesidad, la vida en los países contendientes reclamaba a las mujeres en los puestos de trabajo que los hombres, al marchar al frente, habían dejado vacantes. No hablo de las mujeres obreras. Ellas hacía mucho tiempo que trabajaban fuera de casa. Me refiero a mujeres burguesas, cultas, preparadas, educadas para otros fines, que se vieron por obra de la guerra convertidas en pieza fundamental de la sociedad en la retaguardia. No es que el movimiento sufragista naciera entonces pero, sin duda, fue la Gran Guerra quien puso de manifiesto la igualdad de hombres y mujeres. Si la mujer podía trabajar, también podía votar.
En Alemania, el fin del II Reich supuso una serie de reformas progresistas sin la existencia previa de movimiento sufragista y en 1918 se reconoció el derecho al voto femenino. Antes, la labor de concienciación la habían llevado a cabo mujeres como Clara Zetkin.
Clara Zetkin nació en Wiedenau (Alemania) en 1857. Era maestra y desde sus comienzos militó en partidos de izquierdas. Por este motivo tuvo que exiliarse a Suiza y Francia hasta que en 1889 regresó a su país natal para por fin militar en el Partido Comunista de Alemania. Miembro del Reichstag durante la República de Weimar entre 1920 y 1933. Asistió como delegada en la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Stuttgart, de dónde salió elegida Secretaria. Fue durante estos años, en 1918 cuando el derecho al voto femenino fue reconocido finalmente.
El Día de la Mujer Trabajadora se celebra el 8 de marzo en recuerdo a las trabajadoras que murieron calcinadas durante su encierro en una fábrica para reclamar mejoras salariales.
Fue ella quien propuso la idea del Día de la Mujer Trabajadora en recuerdo de las trabajadoras textiles de Nueva York que murieron en el incendio provocado por las bombas incendiarias que les arrojaron mientras estaban encerradas reclamando mejoras salariales el 8 de marzo de 1908. Clara Zetkin se exilió a Moscú en 1933 donde murió.
En España apenas existía un movimiento claramente sufragista. Había necesidades más perentorias que atender, falta de formación laboral, analfabetismo, subordinación a la figura del hombre...
La mujer española debió esperar a la II República para que se debatieran sus derechos como ciudadana. En este agrio debate sobresale la figura de Clara Campoamor, diputada del Partido Radical y abogada, enfrentada a Victoria Kent de Izquierda Republicana.
Por fin la Constitución de 1931 hizo realidad el sufragio universal pleno. Pero también Clara Campoamor conoció el camino del exilio. Al estallar la Guerra Civil se exilió por varios países hasta que en 1955 se estableció en Lausanne donde murió en 1972.
En otros países de Europa el derecho al voto femenino se retrasó hasta después de la II Guerra Mundial, como es el caso de Francia, o incluso más tarde como Suiza que lo hizo en 1974.
Pero si necesitamos un Día de la Mujer es porque todavía hay países que no reconocen los derechos fundamentales a sus mujeres.
El camino hacia la igualdad no fue fácil. No es fácil.
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