Texto de Inmaculada Guarinos
Tres, fueron tres los intentos para asesinar al presidente del gobierno, Marqués de Castillejos, Conde de Reus y caballero masón, Juan Prim y Prats. Sus asesinos lo habían intentado en octubre y noviembre y, un 27 de diciembre de 1870, el general Prim, acabado su trabajo en las Cortes se dirige, en compañía de su secretario, a la berlina para recorrer el breve espacio que le separa de su casa en el palacio de Buenavista, situado en Cibeles.
Las calles estaban cubiertas de nieve, la noche caía... El cochero se ve obligado a parar porque unos coches atravesados le impiden el paso y, de repente, en la calle del Turco se oyen tres descargas de escopeta corta con postas. Los impactos abren una herida en el hombro izquierdo y rompen la articulación del brazo del general. Los coches atravesados desaparecen y se inicia una carrera hacia la casa. El general se desangra, pierde el habla. Tienen que llevarlo entre varios hasta su cama.
Lejos, en Italia, un joven príncipe, Amadeo de Saboya, está dispuesto a tomar posesión del trono de España. Prim había conseguido traerlo a pesar de sus reservas. En realidad, sólo Prim deseaba ver a Amadeo convertido en rey. Lo había expuesto claramente en su famoso discurso de los tres jamases “la dinastía borbónica no volverá jamás, jamás, jamás” A los pocos minutos de llegar el cuerpo de Prim a Buenavista llega el regente, general Serrano, que emite un comunicado de tranquilidad.
En la Gaceta de Madrid del 28 de diciembre se dice que el presidente “ha sido ligeramente herido”. A los tres días se hace pública su muerte. A la pregunta de ¿quién mató a Prim?, los científicos añaden una nueva cuestión: ¿cómo murió Prim?
Un equipo de médicos, juristas y criminólogos con la doctora Mª del Mar Robledo, directora del laboratorio Antropológico Forense e Investigación Criminal de la Universidad Complutense de Madrid, ha analizado la momia del general y ha desvelado el misterio. Aseguran que Prim no murió a los tres días, sino que su muerte se produjo por asfixia producida por un cinturón, según las marcas que aparecen en el cuello. Este descubrimiento, hace que los historiadores trabajen con la hipótesis de que los mismos que estuvieron presentes en su agonía, le ayudasen a morir más rápidamente.
Pero ¿quién mató a Prim?
Ver muerto a Prim era un sueño compartido por muchos: carlistas, alfonsinos, montpensianos, republicanos….De todos los posibles conspiradores, el duque de Montpensier era el más beneficiado, además pudo financiar la operación al poseer una considerable fortuna.
La masonería también parece estar detrás, como ya apuntó Pérez Galdós. Pero de todos los conspiradores el más destacado es el general Serrano. Él pudo ser el organizador del magnicidio, tuvo acceso al moribundo e incluso impidió el paso al juez instructor que deseaba entrar al dormitorio donde se encontraba Prim herido. Serrano el ambicioso, el chaquetero, el amante de la reina Isabel es el posible autor del mayor misterio criminal de España. Cuándo el 3 de enero, el rey Amadeo visitó la capilla ardiente de su valedor saludó a la viuda, Paca Agüero, y le prometió buscar a los asesinos de su marido, entonces la mujer, mirando a Serrano, contestó "Majestad, no tenéis que buscar muy lejos”.
*Inmaculada Guarinos es licenciada en Geografía e Historia
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